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Camina o muere: la distopía que te obliga a no detenerte

En un mundo donde detenerse significa muerte, cien adolescentes marchan hacia su destino… y tú eres testigo del horror.

Desde que vi el tráiler de Camina o muere sabía que Stephen King volvía con el puño cerrado. Esta adaptación de The Long Walk (su primera novela bajo seudónimo) aterriza con furia en 2025, dirigida por Francis Lawrence, capaz de convertir el paisaje más árido en un campo de batalla silencios

La premisa es brutal en su sencillez: un futuro distópico donde cada año cien adolescentes uno por cada estado de EE. UU son seleccionados para participar en “La larga marcha”. La regla es clara: deben caminar sin parar a un mínimo de 5 o 6 km/h. Si bajan el paso, se les advierte; si acumulan tres advertencias… esa misma marcha los mata. Nadie sabe cuántos días durará, ni cuántos sobrevivirán. Entre ellos participan jóvenes como Cooper Hoffman, David Jonsson, Charlie Plummer, Ben Wang y Tut Nyuot, mientras Mark Hamill encarna al comandante militar que vigila (y sentencia).

Lo que Camina o muere hace bien es convertir la marcha en metáfora: la presión social, el agotamiento emocional, la competencia impuesta. No es solo caminar con los pies, es caminar con el alma. Cada kilómetro vencido viene con dolor, calambres, decisiones egoístas y sacrificios inesperados.

Me gusta especialmente que Lawrence se aleja de las épicas grandilocuentes: la acción nunca abandona la carretera. No hay bosques crepusculares ni arenas míticas; todo sucede en la ruta, bajo el calor del asfalto, entre cuerpos que tiemblan. Este enfoque minimalista obliga a que cada diálogo, cada mirada y cada paso cuenten.

Sin embargo, no todo brilla. Algunos tramos se sienten repetitivos, y los personajes secundarios quedan con poco margen para destacarse. A pesar de eso, los actores clave —Hoffman, Jonsson— hacen más con pocas escenas de lo que muchas producciones intentan en horas. Y Mark Hamill, lamentablemente, padece de ser un antagonista unidimensional con poco desarrollo pese a su carisma.

El momento más oscuro y ruidoso —la escena de autodestrucción de Gary Barkovitch— se ha convertido en leyenda. Esa escena era terror psicológico puro incluso en la novela, y en la película impacta. No es gore vacío: duele porque ya conocías al personaje.

En su corazón, Camina o muere plantea preguntas que no se responden fácil: ¿cuánto soportas? ¿qué estás dispuesto a traicionar por sobrevivir? ¿y si la marcha sigue incluso cuando crees que alcanzaste tu meta? Y esa duda queda flotando después de que los créditos suben.

POPMAN ya ajustó sus zapatillas de palomitas y me dice: “¿Te imaginas hacer lo mismo en tu vida diaria? Caminar o rendirte, sin opción de parar”.

Si te gusta que analicemos juntos cada escena, clímax, teoría y escena oculta de Camina o muere, no olvides seguir a Universo de Cinerama en nuestras redes sociales. POPMAN y yo te esperamos para debatir hasta el último paso.

Escrito por: Camila Cilia

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